Eran las cuatro de la mañana, la noche transcurría tranquila, aunque en la cabeza de Andrea corrían pensamientos, sueños que hacían que se desvelara, decisiones que tomar, historias de trabajo, de amor que pasaban en su día a día y no entendía qué camino tomar... A qué aprendizaje le llevaban ésos momentos, qué es lo que tenía que aprender en cada situación y cada noche, en su cabeza se volvía un cúmulo de emociones, sensaciones, momentos... que estallaban en lágrimas... sentimientos reprimidos.
Le venían a la mente, frases que había leído en algún libro, referente a emociones, o psicología, como "el amor no se busca, llega a ti" "persigue tus sueños" (pero no los busques). Paciencia que todo pasa y todo llega (¿pero cuándo pasará? ¿y en qué momento vendrá?). Céntrate en el aquí y ahora (pero mañana.. tengo que hacer tantas cosas...) Si un amigo no te compensa con su tiempo, no pierdas el tuyo con él (entonces, ¿me rindo?). No te rindas, lucha cada día de tu vida, (entonces... no me rindo... lucho...).
Es todo tan exasperarte...
Quizás sólo sean cosas de la edad de Andrea, pero la vida en determinados tramos se le hace tan cuesta arriba... ( Cómo en esa pesadilla que intentas subir un camino inclinado y resbaladizo, al final te rindes, porque te das cuenta, que por más que subas, siempre acabarás cayéndote... y entonces.. despiertas, y abres los ojos con un acongojo insoportable, porque tú has luchado para subir, pero no puedes...)
(08:00 a.m.)
Suena el despertador, Andrea se despierta.
